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 Fundación Sistema de Cirugía Simplificada  

En memoria de Adolfo Vélez Gil
Médico Cirujano
1920 - 2003

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Adolfo Vélez
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Biografía



Adolfo Vélez

Adolfo Vélez Gil (1920-2003)
En la hacienda Benítez cercana a La Victoria, pequeña población ubicada en las cabeceras del Valle del Cauca, nació un hermoso bebé el 12 de agosto de 1920, cuyos padres Néstor Vélez y Beatriz Gil, bautizaron con el nombre de Adolfo León. Dicho bautizo se llevó a cabo en la Iglesia de San José, donada por Manuel Gil. Adolfo fue el tercero de seis hermanos, siendo sus hermanos mayores Arturo y Néstor. Posteriormente nacieron Esneda, Otoniel y Mario.

Su niñez la pasó en el campo, y durante toda su vida conservó el amor por la naturaleza; lamentablemente, perdió a su padre cuando solo tenía siete años de edad. Su madre, una valiente y emprendedora mujer tomó el mando del hogar, y se hizo cargo de administrar los bienes y la hacienda; también cuidó con esmero a sus hijos, a quienes dio ejemplo de responsabilidad, rectitud, respeto y comprensión.

El mayor entretenimiento en la niñez de Adolfo fueron los caballos y las faenas del campo; tareas que realizaba en colaboración con sus hermanos. Asistió a la escuela de la Victoria, donde cursó la primaria. Siendo muy joven suspendió sus estudios para iniciar, con su hermano Néstor, un negocio de venta de víveres y engorde de ganado. Pero su mente inquieta e inquisitiva no se satisfizo con dichas actividades y contando con unos reales pidió el apoyo a su madre para continuar sus estudios en el colegio gimnasio del Pacífico en Tulúa, donde era rector el señor Elías Quijano y profesor el escritor y literato ecuatoriano doctor José María Velasco Ibarra, quien estaba en Colombia como exilado político. De él aprendió su amor por la literatura y dedicación a la lectura.

Posteriormente, viajó a Bogotá para finalizar el bachillerato en el Colegio Antonio Nariño. En dicho colegio estableció amistad con las dueñas, dos distinguidas señoritas y respetables damas de la sociedad bogotana, las señoritas Marroquín, educadas en Europa y con amplia cultura. Contó con el afecto y admiración de ellas y por varios años fue bibliotecario del colegio. Pasaba largas horas dedicado a la lectura de obras como los Miserables y otras novelas de Víctor Hugo y diferentes autores, tanto extranjeros como colombianos. El día del grado de bachiller fue encargado del discurso de despedida y festejó su triunfo con sus amigos y compañeros.

Con base en sus aptitudes por las matemáticas, materia en la cual sobresalió en el colegio consideró la ingeniería como alternativa para sus estudios universitarios y como otra opción la Aviación. Sin embargo, bajo la influencia de amigos y estudiantes de medicina, compañeros de Arturo su hermano mayor, se presentó a Medicina en la Universidad Nacional, carrera que también lo atraía. Inició sus estudios que culminó con éxito en 1948, obteniendo el grado en Medicina y Cirugía.

Entre sus compañeros destacaba a Salomón Hakim, gran amigo con quien estudiaba a diario compartiendo tanto los éxitos como los fracasos. Salomón además de estudioso, se destacaba como músico y tocaba acordeón y Adolfo amante de la música, aunque no tocaba ningún instrumento organizó un conjunto musical y se entretenían en sus ratos de descanso, además de ofrecer bellas serenatas a sus admiradoras y amigas. Su amistad con Salomón, destacado científico e investigador la conservo a través de toda su vida.

Desde su epoca de estudiante de medicina siempre se distinguió por su acertado diagnóstico clínico. Una vez, en un examen oral de la Universidad donde debían diagnosticar a un paciente, el cual era considerado como canceroso, al examinarlo observó dilatada una pupila y la otra contraída (anisocoria); dando el acertado diagnóstico de sífilis terciaria y el tratamiento indicado para su curación. Esta aptitud lo acompaño siempre facilitándole el ejercicio de la profesión, en su deseo de ayudar a la curación de los enfermos.

Internado en Hospital en Bogotá Hizo su internado en el hospital de La Hortúa, de la Universidad Nacional en Bogotá, donde sobresalió por su dedicación permanente a los enfermos. Tuvo como jefe al doctor Julio Perafán destacado cirujano, fundador de la Escuela de Medicina del Cauca, quien le permitió hacer su primera apendicetomía y después toda clase de cirugías; Perafán describe a Adolfo como su mejor discípulo a través de su carrera profesional, sobresaliente por su cumplimiento, espíritu científico, progresista y por su calidad humana. Posteriormente, Adolfo viajó a Buenos Aires, Argentina para especializarse como cirujano general y gastroenterólogo en el hospital Luis Quemes en Haedo; tuvo la oportunidad de trabajar con el doctor Ricardo Finoquieto a quien admiraba por su talento quirúrgico, otro de sus profesores fue el doctor Resano, persona de pocas palabras, pero gran maestro, de quien Adolfo aprendió muchas técnicas quirúrgicas. Fueron muy amigos, tanto que este le propuso se quedara en Buenos Aires trabajando con él, pero después de especializarse regresó a su querida patria.

En el Consulado de Colombia en Buenos Aires conoció a Gonzalo Canal Ramírez, famoso escritor colombiano y autor de muchas obras, con quien entablo una bella amistad que conservó hasta el fallecimiento de este, pero que continúo hasta sus últimos días con su esposa Isabelita y sus hijos. Regresó a Buenaventura en el barco italiano Antonioto Usu di Mari, donde a causa de la enfermedad del médico de la tripulación, le tocó reemplazarlo y cuidar a las personas que enfermaron a causa de una fuerte tormenta. Razón por la cual el capitán lo invitó a Italia, pero el deseo de regresar a su querida Colombia le impidió aceptar tan tentadora propuesta.

En el quirofano En Cali inició su práctica quirúrgica trabajando en el hospital de caridad "San Juan de Dios" donde fue maestro para muchos colegas y estudiantes de medicina. Fue pionero en muchas técnicas quirúrgicas aprendidas en Buenos Aires y desconocidas en nuestro medio. En dicho hospital formó el primer grupo de instrumentadoras, seleccionadas entre su grupo de amigas; entre ellas se distinguieron Olga Lucia Garcés y Ana Remedios Borrero, ellas con mucha dedicación le facilitaron tanto a él como a otros médicos su labor de cirujanos.

Novios de fiesta En un paseo a la hacienda La Guaca conoció a su futura esposa Graciela Pardo Domínguez, recién egresada del Colegio del Sagrado Corazón, con quien estableció muy prontamente una relación formal y se unieron en matrimonio el 19 de febrero de 1954. El mismo día partieron a los Estados Unidos, para iniciar seis meses después su especialización en ciencias básicas quirúrgicas en la Universidad de Pennsylvania en Philadelphia, como becario de la Rockefeller. Los recién casados pasaron su luna de miel en el pequeño hotel de un amigo "Colombian Guest House" en Miami, situado al lado de la bahía de Biscayne. Partieron en carro a New Orleans, donde Adolfo trabajó con un reconocido patólogo de la Universidad de Tulane; tuvo así la oportunidad de profundizar en dicho campo, que consideraba básico para confrontar el diagnóstico de sus enfermos. Estableció amistad con el doctor Lappan, quien les colaboró en su estadía hasta el momento de partir con su esposa al norte de los Estados Unidos. La estadía en Philadelphia fue agradable y tranquila. Adolfo asistía a la Universidad y visitaba el Doctor Hospital, pues, aunque no hizo cirugías tuvo la oportunidad de observar en el quirófano diferentes tratamientos quirúrgicos y profundizar en sus conocimientos. En Philadelphia nació su primer hijo Carlos Adolfo, hoy cirujano como su padre. Con el pequeño visitaron New York, Niagara Falls y Boston, donde Adolfo tuvo la oportunidad de visitar hospitales y entrevistarse con reputados cirujanos. En 1956, la familia regresó en barco a Colombia, para establecer su residencia en la ciudad de Cali.

En 1956, Adolfo fue el primer Jefe del Departamento de Cirugía del Instituto del Seguro Social de Cali, donde organizó el servicio y les colaboró durante más de 20 años. A su vez, con un grupo de médicos pioneros, bajo la decanatura del doctor Gabriel Velásquez, inició la cátedra de cirugía general, en la recientemente fundada Escuela de Medicina de la Universidad del Valle y fue nombrado Jefe de uno de los dos grupos quirúrgicos del Hospital Universitario del Valle. La Universidad del Valle fue su alma mater, a la cual dedicó su vida y todo su esfuerzo como maestro y profesional. Fue Jefe del Comité de graduados y fueron muchos los médicos de Colombia y otros países de Sur América que recibieron su estímulo y soporte durante los años de especialización.

En 1967, fue nombrado Jefe del Departamento de Cirugía, División de Salud de la Universidad del Valle, cargo que desempeñó por varios años y cuyas experiencias y conocimientos fueron de gran importancia para sus actividades investigativas y desarrollo del servicio quirúrgico a nivel nacional e internacional.

El doctor Antonio Castaño Jefe de Otorrinolaringología define a Adolfo como el mejor jefe del Departamento de cirugía, por su liderazgo, eficiencia, dedicación, don de gentes, capacidad de coordinación y permanente comunicación con los jefes de las diferentes dependencias. Expresa que los hacía trabajar con eficiencia como lo hacía él, y siempre estaba atento a los problemas y las soluciones que presentaban los jefes de las diferentes dependencias o sesiones del departamento. Vale la pena anotar, que el Departamento de Cirugía está conformado por el mayor número de sesiones del hospital y tenía a su cargo más de 120 cirujanos de diferentes especialidades, entre las cuales se pueden mencionar: Neurología, Oftalmología, Ortopedia, Otorrinolaringología, Urología, Cirugía General y Cirugía Plástica.

Con respecto a las realizaciones llevadas a cabo por Adolfo como jefe del Departamento de cirugía vale la pena destacar los cursos de actualización que ofreció a los profesores tales como metodología de la investigación, currículo y administración. Organizó un salón de reuniones para los profesores donde dio comienzo a una biblioteca de consulta. En dicho lugar los médicos podían descansar durante sus horas laborales. El doctor Castaño dice que gracias al estímulo de Adolfo él realizó y presentó varios trabajos de investigación en Congresos Nacionales e Internacionales, los cuales publicó en el Acta Tribuna Médica y Journal de Otorrinolaringología, los cuales le dieron créditos para alcanzar el nivel de profesor titular.

Adolfo inició la publicación de un informe anual o revista sobre las actividades del departamento de cirugía; en este se relataban los hechos importantes realizados en el año por cada sesión, como también los logros y méritos de todos y cada uno de los cirujanos.

Otra de sus acciones fue la asesoría y apoyo a las profesoras de Enfermería, Yalila Yoda y Sor Lida para el curso “Medicina y Cirugía con base en problemas”, donde las estudiantes del cuarto semestre de la carrera, integraron la prevención, diagnóstico y rehabilitación con base en el enfoque científico. Yalila expresa “el doctor Vélez decía: hay que saber anatomía y entender fisiología para poder aclarar lo patológico del enfermo”. En las reuniones del grupo quirúrgico, las estudiantes exitosamente presentaban los estudios de caso con la aplicación del método científico y posterior discusión. La metodología de integración curricular fue implementada para las áreas clínicas subsiguientes de formación de la enfermera profesional. Posteriormente, en los años 90, esta metodología se aplicó para el diseño curricular del Programa de Master en Enfermería que ofreció el Departamento a estudiantes tanto nacionales como internacionales.

Bajo la dirección y asesoría de Adolfo se creó e implementó el grupo “CIPO”, el cual fue una idea innovadora en ese momento, donde todo el personal de las salas de cirugía participaba tendiente a lograr el bienestar del paciente quirúrgico. Adolfo decía: "Es necesario que, desde la aseadora hasta la enfermera jefe, comprendan la técnica aséptica y velen por el bienestar del paciente, pues todas las acciones que realicen son determinantes en el restablecimiento del enfermo”. Este programa fue desarrollado bajo la coordinación de la Enfermera Julia Lerma con los aportes de todo el personal de las salas de cirugía, cuyas actividades fueron importantes para hacer de los días de hospitalización de los enfermos, momentos de agradable recordación.

Tendiente a proporcionarles horas de regocijo y socialización a los pacientes hospitalizados Adolfo dedicó un espacio anexo a las salas de cirugía de hombres y mujeres, en el cual se realizaban reuniones educativas a los pacientes y personal. En dicho lugar los pacientes podían ver televisión, leer, asistir a conferencias, o simplemente tener un espacio para su expansión y socialización. Adolfo hizo colocar un dispensador de gaseosas frías, donado por las damas voluntarias, donde cada persona tomaba el refresco y depositaba el pago de acuerdo a los precios fijados por ellos mismos.

Julia Lerma, profesora del Departamento de Enfermería, Jefe de Sala, y Coordinadora de CIPO, en forma espontánea expresó: “el doctor Vélez y el grupo de fundadores de la escuela de medicina fueron pioneros que marcaron una importante etapa en el desarrollo y prestigio de la escuela de medicina, tanto a nivel nacional como internacional. Adolfo era alto, arrogante e imponente; tanto por su saber, cómo por su figura. Fue un líder comprensivo y siempre atento a mis opiniones e ideas, dio valor a mis aportes y me hizo sentir seguridad como profesional, lo cual me marcó positivamente para mi desempeño posterior, ya que ese cargo hospitalario fue mi primera experiencia de trabajo”.

A su vez, Julia describe a Adolfo en dos aspectos centrado en el paciente y en el equipo quirúrgico y dice: “Desde el punto de vista del cuidado al paciente quirúrgico, el doctor Vélez prestó especial interés por el bienestar del enfermo y de su familia, daba gran importancia a la calidad de la atención con enfoque humanitario. Fue pionero del programa de capacitación y auto cuidado pre y post operatorio del paciente hospitalizado. Respecto al equipo de salud tuvo una clara concepción de grupo y valoraba el aporte de todos y cada profesional y del personal de salud, llevándolos a participar en la atención y recuperación de los pacientes. Incorporó en la atención quirúrgica a la trabajadora social, al personal de los servicios auxiliares y a las damas voluntarias. Presentaba conceptos precisos y claros de docencia y aprendizaje, dando capital importancia a compartir las experiencias clínicas con los estudiantes de diferentes disciplinas, áreas y niveles. Incorporó para la prestación de los servicios nuevas técnicas quirúrgicas, estimuló el estudio, la investigación y los grupos de discusión con activa participación de la enfermera y demás profesionales de salud”.

Julia manifestó que el doctor Vélez por vez primera en el hospital hizo partícipe a la enfermera profesional de las revistas diarias a los pacientes y estimuló la participación de los asistentes en términos del diagnóstico, tratamiento y rehabilitación para cada paciente. “El facilitó mi labor y crecimiento profesional, estimuló mi participación e integración al equipo quirúrgico. Siempre me dio entera libertad para coordinar y desarrollar el programa, pero con permanente atención a las necesidades, problemas y soluciones”.

En 1971, Adolfo dejó el cargo de Jefe del Departamento de Cirugía para dedicarse de lleno a trabajar en su proyecto de investigación que llamó “Sistema de Cirugía Simplificada” (SICSIM). Inicialmente con la cooperación del ingeniero y profesor Dean Wilson, publicó uno de los primeros artículos, “A Simplified System for Surgical Operations: The economics of treating hernia”.

En el mismo año, participó como asesor y miembro del Comité Organizador de los VI Juegos Panamericanos de Cali y cooperó para formar con las damas de la Cruz Roja el grupo de Primeros Auxilios que prestarían sus servicios en todos los eventos de los juegos y garantizaban la atención adecuada de los accidentados. Afortunadamente, fueron insignificantes los percances que ocurrieron. Para el aprendizaje de este grupo desarrolló en compañía del doctor Jaime Arango unos folletos y posteriormente desarrolló con su esposa y el doctor Arango el material didáctico para el curso modularizado de Primeros Auxilios. El libro fue publicado por dos instituciones: el Ministerio de Educación en 1980 y el Instituto del Seguro Social en 1982. Dichas publicaciones fueron básicas para la elaboración del material educativo audiovisual que fue utilizado para el aprendizaje de muchos grupos tanto en Cali como en el país.

Posteriormente en 1972, viajó con su familia en su año sabático a Boston, como profesor visitante de la Universidad de Harvard y formó parte del grupo investigador, cuyo jefe era el doctor Osler Peterson, reconocido epidemiólogo de amplia visión y conocimiento acerca de los servicios de salud de los Estados Unidos. Con dicho grupo participó en el estudio de clasificación de las cirugías por niveles y tuvo la oportunidad de presentar el proyecto SICSIM y enriquecerlo con los aportes que recibió por parte de ellos.

Durante dicho año fue consultor de cirugía en el Peter Benet Brighan Hospital. Adolfo manifestó su dolor por el fallecimiento de Osler quien murió en enero 17 de 1988 y participó en la publicación de un artículo a su memoria publicado en la revista Gazette de la Universidad de Harvard, el cual fue recopilado y escrito por otro gran amigo el doctor Dieter Koch-Weser, jefe del departamento de Salud Pública de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard y encargado de los proyectos internacionales.

A finales del 73, regresó a Cali y tuvo especial acogida por parte del Decano de Salud doctor Rodrigo Guerrero, quien siempre fue y sigue siendo un importante colaborador y divulgador de SICSIM. Igualmente, el doctor Jaime Ruiz, jefe en esa época del Departamento de Cirugía escuchó sus ideas y le facilitó realizar la investigación. Con financiación de la Fundación Rockefeller Adolfo dio comienzo a la planificación para el desarrollo de la experimentación de SICSIM, como proyecto innovativo del Departamento de Cirugía de la Universidad del Valle.

En 1974, conformó el primer grupo interdisciplinario, con profesores de diferentes especialidades de la Universidad del Valle: cirujanos, anestesiólogos, enfermeras, salubrista, economista, ingeniero de sistemas, arquitectos, administrador de empresas, sociólogo y psicóloga educadora. Para este último cargo motivó a su esposa, quien siempre fue una de sus principales colaboradoras.

Durante los años 1975 a 1982, fueron muchos los profesionales de diferentes países que visitaron y conocieron el programa; aprendieron acerca de los diferentes modelos de SICSIM tanto en el Hospital Universitario del Valle, como en los hospitales regionales del Valle del Cauca donde se implementó. Varios cirujanos hicieron rotaciones por periodos cortos y hasta por un año en el servicio quirúrgico del hospital.

A su vez, con profesionales del grupo interdisciplinario fue invitado a presentar resultados del Programa, dar asesorías o realizar talleres con grupos de directivos y profesionales de salud interesados en implementar el programa de acuerdo a las características y necesidades del lugar. Con este objetivo viajó con miembros del grupo interdisciplinario a diferentes Departamentos de Colombia y otros países de América y Europa, tales como: Perú, Bolivia, Venezuela, Brasil, Honduras, México, Puerto Rico, Cuba, Estados Unidos, España, Francia y Alemania. En los Departamentos de Colombia y los mencionados países se llevaron a cabo implementaciones a diferente nivel y hoy en día la modalidad de cuidado en casa para los pacientes quirúrgicos de baja complejidad –cirugías de nivel I y II- es una constante en la mayoría de los servicios quirúrgicos del mundo. Vale la pena anotar que estos tratamientos quirúrgicos representan más del 65 por ciento de las cirugías que se realizan.

En 1983, al finalizar la investigación de SICSIM en el Hospital Universitario, Adolfo con otros profesionales entre los cuales estuvo el distinguido epidemiólogo y gran amigo Rodrigo Guerrero se creó la Fundación de Cirugía Simplificada, auspiciada por la Fundación para la Educación Superior FES, con un fondo de contrapartida y responsable del manejo del dinero. La Fundación facilitó la divulgación de los diferentes modelos para la atención a los pacientes quirúrgicos.

A su vez, como programa de la Fundación y con auspicios de la Fundación Kellogg, Adolfo inició la planificación y desarrollo del material de auto-cuidado para atención quirúrgica primaria en las 17 entidades quirúrgicas de mayor incidencia en los grupos de hombres, mujeres y niños. Para cada entidad se determinó el nivel de riesgo –bajo, mediano y alto- con relación a los signos, síntomas y las acciones a realizar tendientes a prevenir mayores riesgos.

Retirado de su labor profesional viajó con su esposa a los Estados Unidos en diciembre de 1996 y se establecieron en la ciudad de Miami, donde residían dos de sus hijos, Rodrigo y Fernando. Establecieron su hogar en un pequeño y cómodo apartamento al lado de la bahía de Biscayne, que siempre admiró y le traía dulces recuerdos; allí permanecieron Adolfo y Graciela hasta fines de julio del 2003. Esos años los disfrutó en paz y tranquilidad compartiendo en familia y con sus hijos, con quienes mantuvo una especial relación y gran amistad. Realizaba deliciosas paellas, que aprendió de su hijo Carlos Adolfo y compartió con su familia y amigos. En compañía de su esposa hacia largas caminatas y paseos a diferentes ciudades del país. Tuvo la oportunidad de dedicar tiempo a sus hobbies como la lectura, la música clásica, los caballos, la pesca y las orquídeas.

Dedicó largas horas tanto a la lectura como a la redacción del libro, "Alternative Models for Surgical Care: Simplified Surgery System" que escribió con Graciela y será publicado próximamente. Asistió a reuniones sociales y médicas y se mantuvo siempre al corriente de los adelantos tanto en salud como en cirugía. Recibió por parte de sus hijos un excelente equipo de música que le facilitó ampliar su colección de música clásica y deleitarse escuchándola. Disfrutaba la naturaleza y el caballo era su animal favorito. Hacía paseos a caballo en compañía de sus hijos, los cuales le recordaban los desfiles y las cabalgatas en Cali y sus alrededores.

Asistentes al Hipodromo Calder Gozó mucho con la invitación a sus 80 años que programaron Rodrigo y Vanessa. El festejo fue en el hipódromo de Calder (Calder race track) en Miami Gardens, Florida, y todos en familia disfrutamos tan estupenda celebración, donde una de las carreras fue en su honor y fue nombrada, “Adolfo Vélez 80 years of racing”, donde ganó una bella yegua llamada Lucette a quien habían apostado Adolfo y Vanessa, lo cual nos llenó de alegría.

Adolfo asistía a las exposiciones anuales de orquídeas y compraba algunas que cultivaba en el balcón, cuidándolas con especial esmero. Cuando tuvo oportunidad fue de pesca, pero desafortunadamente no encontró con quien hacerlo frecuentemente. La pesca le traía dulces recuerdos de las horas compartidas en las aguas del Océano Pacífico en Bocagrande y el Atlántico en San Andrés, donde fuimos con los hijos a pasar temporadas de descanso y sosiego.

Anualmente regresaba a su terruño por cortas temporadas para estar con el resto de los suyos y tener la oportunidad de cuidar de su salud. Su interés por la paz de Colombia era su mayor preocupación y hasta los últimos momentos escribió y presentó sus ideas y planes a las autoridades gubernamentales para la atención a las personas en momentos de desastre y conflicto.

A finales de julio, al sentirse enfermo regresó de urgencia a Cali, para ser examinado y tratado por sus médicos amigos a quiénes tenía total confianza. Para Adolfo era de gran importancia el calor humano y cercanía de los suyos, aunque reconocía el valor de la tecnología y equipos médicos sofisticados. Desafortunadamente el pronóstico que recibió no fue muy alentador y su vida se empezó a extinguir lentamente, momento a momento.

Durante los dos meses que duró su enfermedad recibió a todas las personas que vinieron a visitarlo siempre con una sonrisa y mucha alegría. Muchas personas vinieron a pasar momentos en su compañía tales como su hermano Arturo, familiares, amigos y trabajadores; sus hijos y sobrinos estuvieron presentes permanentemente. Todos le dieron mucho amor, ese amor que él siempre brindó en forma espontánea y sincera. Falleció el seis de octubre del 2003, a las dos de la tarde al lado de su esposa y rodeado de los suyos.

Su vida fue y será ejemplo para todos, por su entrega total a las responsabilidades y deberes como médico, padre y esposo. Estas responsabilidades las llevó a cabo con entrega total, pasión, alegría y gran amor. Sus actos y acciones siempre reflejaron las dotes que recibió de nuestro Creador manifestadas en su existencia a través del amor y servicio a los demás. Adolfo fue una persona feliz que supo disfrutar las cosas grandes y pequeñas del diario vivir y pudo superar los momentos difíciles, siempre dando apoyo a quienes lo necesitaban.

Hoy repito las palabras que expresó Augusto Castro, amigo y colega: “como esposa estaré siempre agradecida de la vida, porque me dio la suerte de compartir y vivir por muchos años al lado de un gran hombre y persona muy especial, mi adorado ADOLFO”.



 
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